El esplendor de la naturaleza, del mundo.

Cuanto más me acerco a Jesús, cuanto más me alimenta el Espíritu Santo y más puedo cambiar, más claro parece volverse el mundo.

Hoy se han normalizado para mí circunstancias que hace años habrían sido impensables.

También hay circunstancias hoy en día en las que apenas puedo entender que esto solía ser normal para mí.

Lo que cuenta es el resultado. O como dice el refrán, el que cura acierta.

Cada vez comprendo mejor las fuerzas que imperan en el mundo. Lo mejor y más importante, la confianza en Jesús, crece cada día más.

Las pequeñas y grandes maravillas que se pueden experimentar son una auténtica gozada.

Yo soy el camino, la verdad y la vida. Esta afirmación fundamental de Jesucristo fue rápidamente comprendida.

Sin embargo, darse cuenta no es tan fácil como entender el contenido.

Cualquiera que acepte a Jesús y expíe sus pecados en su nombre es heredero del cielo. Pero estamos aquí en la tierra, que puede ser un ambiente muy hostil; no es fácil para nadie hacer justicia a todo lo que hay aquí.

En conclusión, sólo entendemos bien a Jesús cuando se cumple también la segunda parte de su afirmación. Esto significa que tú también tienes una buena vida.

La gloria de la vida parece ser que prácticamente todo tiene un propósito. Las fuerzas que gobiernan aquí tienen su propósito.

Aquí desarrollamos nuestras almas, y sólo podemos mejorarlas si nos perfeccionamos con lo bueno y lo malo.

Si miramos a nuestro alrededor, es fácil ver que una vez que superamos lo malo, eso nos hace más fuertes y podemos crecer mejor que si nos quedamos siempre con lo bueno.

Si las fuerzas no están equilibradas, se produce un desequilibrio que, en última instancia, requiere de nuevo un centro.

Qué asombrosamente inteligente está hecho todo, el mal nos educa para ser buenos. Al final, el malvado se convierte en maestro. Igual que el mal siempre culpa de todo al bien.

El juego de la vida. En realidad no para ganar, sólo para sobrevivir y el desarrollo, el curso de la misma, podemos tomar con nosotros como el desarrollo.

De lo contrario, nacemos desnudos y también dejaremos desnudo este glorioso mundo.

En el espíritu de Jesucristo, mejor de gloria en gloria hasta la eternidad.

Te alabo y te ensalzo, el más grande que jamás haya caminado bajo nuestro sol.

Amén, amén, mi Salvador ungido, gracias por todo.

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