La corriente de la vida

La metáfora de la corriente de la vida ofrece una valiosa perspectiva para mejorar la forma en que afrontamos los retos de la vida. 

Imagina que estás observando tu propia vida, como un río que fluye constantemente a tu lado. 

Este río simboliza el curso incesante de la vida hasta el último suspiro.

Está fuera de tu control detener o influir en este flujo: es una parte natural de nuestra existencia. Tampoco puedes influir en la naturaleza del río: si fluye tranquilo o turbulento, si es lento o rápido, o si a veces parece estar fuera de control.

Sin embargo, tu esfera de influencia reside en la forma en que evalúas y reaccionas ante lo que ocurre. Tú determinas el significado y la importancia de los acontecimientos de tu vida. Los acontecimientos positivos se reciben naturalmente con alegría, mientras que las fases desafiantes exigen respeto o incluso pueden parecer abrumadoras.

En última instancia, cómo afrontes estas fases de la vida depende de tu perspectiva. Tu valoración de los acontecimientos determina la calidad de tu vida. Una valoración obsesivamente positiva puede ser tan problemática como una visión constantemente escéptica y negativa, que puede suponer una tensión adicional en tu vida.

Es importante cuestionarse la relevancia de los acontecimientos en la vida cotidiana. A menudo no son tan importantes como parecen y pueden dejarse de lado. Tienes la oportunidad de transmitir todos los desafíos a Jesús en la oración y pedirle consejo. Esto te ayudará a clasificar mejor los acontecimientos y te facilitará la vida.

Tenga en cuenta que los seres humanos tenemos una tendencia natural a analizar negativamente. Somos solucionadores de problemas, nos enfrentamos a miedos y preocupaciones. La clave está en gestionar correctamente esta tendencia.

Para colmo, nuestros instintos naturales siguen siendo similares a los de nuestros antepasados, para quienes era esencial para la supervivencia tener miedo constante al peligro. En las sociedades modernas y avanzadas, sin embargo, este miedo ha perdido a menudo su función.

El mundo moderno nos obliga a veces a amortiguar estos temores para poder afrontar la vida cotidiana. Pero ese es un tema para otro debate.

Les agradezco su atención y concluyo alabando la obra de la vida de Jesucristo.

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