¿En qué pensamos cuando pensamos en el amor?

Un sentimiento maravilloso, uno de los más bellos que conocemos. Tanto si amamos a alguien como si somos amados, este sentimiento, en su forma más pura, está siempre por encima de todo.

Cuando pienso en el amor, rápidamente siento gratitud, gratitud de que sea posible, de que haya tanto amor y de que se le permita jugar un papel importante y esencial en la vida. 

 Entonces dirijo mi gratitud al lugar, la fuente más fuerte que existe para el amor en absoluto. A la propia creación, a Dios, a Jesús, al Espíritu Santo. 

¿Cuál es la mejor manera de expresar la gratitud? La forma más sencilla es con una hermosa oración, con palabras sentidas, dirigida a la dirección que representa el haber dominado la vida y que, por tanto, nos ha mostrado el camino a casa y es una luz como guía en el viaje de nuestra vida. 

¿No dijo que quien crea en mí vivirá para siempre? Quien lo entienda, así será exactamente. Pero hasta que eso ocurra, todavía tenemos que arreglárnoslas para vivir una buena vida, lo que ciertamente no es tan fácil, pero para eso está Él, porque la conexión con Él devuelve el equilibrio a nuestro espíritu, calma nuestros miedos y cuida nuestro cuerpo. 

He aquí una alabanza al más alto que jamás haya movido sus pies bajo nuestro sol, que sigue guiando a innumerables personas en espíritu y que aboga por recorrer con seguridad el camino de la vida correctamente cada día, paso a paso, y así estar bien preparados para el día en que nuestro cuerpo ya no funcione y cuente entonces cuán pura es nuestra alma. 

Jesucristo todopoderoso, 

Aquí hay unas líneas para ti, el nombre más grande que este mundo ha escuchado. 

Alabo y glorifico tu nombre, honro tu obra. En tu nombre, Jesucristo, soy poderoso, lleno de energía, un activo para la vida, para cada persona que encuentro, para todo lo que hago, en tu venerable nombre, en tu sentido divino. 

En ti soy más fuerte que todo pensamiento que quiera dañarme, en tu nombre soy más fuerte que todo sentimiento que quiera confundirme. En ti, Jesucristo, puedo dominar diariamente todas las tareas con éxito y ser una pequeña imagen de ti. 

Gracias por todos los años que me has ayudado y formado. Por todo lo que fue posible contigo y por cada día que puedo caminar contigo y sentir cómo me fortalezco y soy más feliz contigo, con las oraciones y las conversaciones.

Jesús Todopoderoso, eres el mejor que este mundo ha visto. A través de ti puedo mantener mi conexión directamente con mi origen y me libero de todo lo que quiere separarme. Ningún pecado, ninguna muerte, nada tiene el poder de destruirme. 

Como heredero del cielo, la tarea de la vida es ser capaz de vivir una vida buena y divina aquí con su ayuda lo mejor que podamos. Contigo, querido Jesús, esto es posible cada día, por lo que te agradezco de todo corazón. Mi mayor y más fuerte amor sólo te pertenece a ti, lo mejor de lo mejor.